Se trata de un tema que desde fuera parece no ser tan importante pero a los deportistas que los usan parece no hacerles gracia la posibilidad de perder esa ayudita extra. Pero si nos paramos a pensarlo de una forma fría, ¿el deporte a día de hoy no se ha convertido en espectáculo? ¿Es que el pinganillo no resta emoción, improvisación y naturalidad?

En mi opinión no, creo que sería hacerle un favor al deporte. Vale, si, es una facilidad menos para el deportista, que al fin y al cabo es quien ofrece el espectáculo, y por ello se muestran tan a favor de los pinganillos, pero el aficionado debería reivindicar naturalidad; que si un ciclista quiere atacar que ataque y no tenga que esperar a que se lo diga su director o que el director le tenga que decir que fulanito se ha caído o ha pinchado y es el momento de tirar a muerte, o que un piloto cualquiera tenga que esperar al siguiente paso por meta para saber la distancia con su oponente o cualquier información necesaria y no estar constantemente hablando con su ingeniero.
El deporte ha de ser limpio y siempre se abogará por el fair play, claro está, pero que la victoria se decida por arriesgar, por agallas, por echar el resto, no porque tu ingeniero o tu director te maneje como a una marioneta.

Además, por un lado no comprendo la actitud de muchos de los protagonistas, que cuando se propone una etapa sin pinganillos se llevan las manos a la cabeza. Antes no existía la posibilidad y no pasaba nada. La gente llegaba también a meta y nadie se perdía.
Seamos serios y si el deporte a día de hoy está tan reconocido es en gran medida gracias a la afición, así que si la afición quiere espectáculo, brinden espectáculo y por supuesto, siempre, desde la naturalidad y la propia ambición y decisión, no desde el manejo y la influencia exterior. ¡Que gane el mejor! ADG.
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