No hace mucho leía que en Europa entera existe una conspiración alarmante dado que, cómo sucedió en nuestro país no hace mucho, la población está en su mayoría dividida en dos extremos, extremos radicales, de derecha o de izquierda.
No es que me crea todo lo que se publica, por supuesto, pero no debe de ser de agrado para ningún demócrata que se presenten candidatos que hayan estado relacionados con grupos terroristas, como es el caso, o por qué no mirarnos el ombligo y ver que en el País Vasco hayan elegido a un candidato proveniente de un grupo político dudoso, BILDU, que lo último que ha hecho al conocer la sentencia de 10 años de prisión a Otegui por el ‘caso Bateragune’ ha sido manifestarse en contra definiendo la sentencia como ‘un jarro de agua fría’, llamando a la movilización social y declarando que ‘este no es el camino hacia la paz’. Recuerden que fue el único partido político legal que se negó a condenar los crímenes de la banda terrorista.

A pesar del revuelo, McGuinness, tiene muy complicado ganar, en un país dónde los republicanos no han pasado del 10% de voto como techo, unos resultados históricos que auguran una derrota, en una jornada en que todos los irlandeses volverán a revivir fantasmas que ya estaban casi olvidados.
En mi opinión, esto demuestra el ritmo tan loco de este nuestro mundo. Yo no soy nadie para oponerme a esta candidatura, pero no la veo muy lógica. Por supuesto no estoy en contra de la reinserción de ninguna persona en la sociedad, pero no es de cordura el que un terrorista pueda estar al frente de un país; culpables, su partido y quienes le voten, lógicamente él verá bien todo lo que venga.
Esto no quiere decir que la reinserción desde mi punto de vista no sea posible, por supuesto que sí, todo el mundo merece otra oportunidad, y no somos nadie para juzgarle, pero no creo que ‘otra oportunidad’ pueda ser un privilegio como el de presidir su país, una cosa es una cosa y seis, media docena… ADG
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